Éste proyecto se desarrolló con la participación de varias áreas de la CNCPC, conformándose un equipo multidisciplinario enfocado a la atención integral de la tumba, siendo la restauración y conservación de la pintura mural y acabados pétreos atendida por el equipo del Proyecto de Conservación de bienes culturales muebles asociados a inmuebles arqueológicos en la región Centro- Sur- Golfo de México  (CNCPC), aprovechando la experiencia lograda con los años de atención en la región Oaxaca y en la intervención de bienes culturales con soporte de tierra.

La tumba atendida se forma de un vestíbulo y dos cámaras unidas por un pasillo central: 2.40 metros de largo por 2 de ancho, y altura de entre 90 a 140 cm. Fue excavada en lo alto de un lomerío, recubriendo sus paredes con bloques de diferentes tipos de piedra de la región (calizas, areniscas, basaltos), empleando la misma tierra del lugar para las uniones y juntas (tierra roja muy arcillosa). Los muros fueron revestidos con un aplanado ocre (toba amarilla + piedra caliza blanca); el cual fue decorado con pinturas (28 glifos de nombres calendáricos) en tonos diversos de amarillo, azules, verdes, rojos, negro y blanco.  Sobre la entrada a la Cámara Principal, resalta un magnífico dintel de piedra con 8 glifos grabados cubierto por rojo cinabrio.

Esta tumba pertenece a la cultura mixteca (Clásico; 300 al 900 d.C.). Su abandono y el paso del tiempo ocasionaron el crecimiento de raíces, el desprendimiento y pérdida de aplanados, y la fractura de elementos pétreos (sillares, vigas del techo) causando inestabilidad estructural y riesgo de colapso.

Los procesos de restauración se enfocaron en la estabilización general de la tumba y sus pinturas, siendo la comprensión de sus materiales (identificación y comportamiento) y del entorno en general (condiciones ambientales al interior y exterior), indispensables para la toma de decisiones. Se realizó un registro y estudio detallado previo a la intervención (levantamiento 3D, luz UV, colorimetría, microscopia, toma de muestras), apegándose las acciones de intervención realizadas (fijado, resane, ribetes, recubrimientos y capas de sacrificio) a los resultados obtenidos de la investigación y al criterio de la mínima intervención requerida, respetando los materiales originales y la autenticidad de las pinturas.

Como resultado se logró la estabilización total de las pinturas y elementos pétreos. No obstante, debido a los materiales constructivos originales y al propio contexto, se decidió proteger las pinturas cubriéndolas con un sistema de protección a base de capas (reenterramiento): rellenos de arena fina y piedra ligera contenidos por un muro de tabique crudo. El sistema se diseñó considerando las características de la tumba, así como las condiciones al interior y exterior de la misma, incluyendo un plan de monitoreo a través de tubos fijos y ventanas desmontables que permiten realizar revisiones de forma periódica para evaluar su efectividad.

El sistema impide que actualmente podamos observar el mural, pero es reversible en su totalidad y favorece las condiciones requeridas de humedad y temperatura para la conservación a mediano y largo plazo de estas pinturas.

Responsables:

Dulce María Grimaldi y Mónica Vargas