El libro es una investigación de contenido histórico, antropológico, teológico e iconográfico, con atisbos de cultura popular, en el que costumbres y rituales se vislumbran en las múltiples voces de los entrevistados. Desde la mención del Niño Jesús en los pasajes bíblicos, a la producción de la imagen en los talleres de artesanos, de su uso y significado en las ceremonias de coronación dentro de los claustros, hasta su venta masiva en la romería de las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México. Para las comunidades son niños milagrosos venerados en santuarios del país, también representan un enlace entre lo divino y su cotidianidad, manifiesto en los atavíos como niño futbolista, conchero o doctor.
Acerca de la festividad de La Candelaria y el propósito de vestir a la imagen, comenta Katia Perdigón, “no es transmitida por especialistas de la religión; en la mayoría de los casos es llevada por la familia y la comunidad a la que pertenece, movidos por sus propias experiencias religiosas”. Muestra de ello es la portada de la publicación, un retrato familiar en blanco y negro donde la abuelita de la autora aparece sosteniendo una imagen ataviada a la usanza del Santo Niño de Atocha, y es flanqueada por sus dos nietas pequeñas que llevan racimos de flores.